Cuando no tienes nada qué ponerte…

Puede que la escena te resulte familiar.

Abres el armario, tienes un montón de ropa pero en realidad sientes que ya no tienes nada qué ponerte…

¿Te suena verdad?

Lo peor y lo más triste de todo es que es verdad, te entiendo. Yo también lo sufrí por eso te creo si me dices que lo sientes así. Miras en tu armario y a pesar de estar lleno lo ves vacío.

Toca ponerse lo de siempre. Eso que te pones, que realmente ya no te ves con ello, ya no te gusta pero tienes que vestirte para salir a la calle, otro día más.

Lo más probable es que no veas la verdad de cómo has llegado a ese punto y puede que hasta lo justifiques diciendo que esa prenda tiene su tiempo que ya está pasada de moda, etc. Es normal.

Pero la verdad es que hasta que no tomes cartas en el asunto acabarás repitiendo el mismo patrón. Volverás a comprar ropa, el subidón de estrenar modélito se esfumará y tocará enfrentarse de nuevo a la dura realidad.

Un armario lleno de ropa y nada qué ponerte.

Lo peor de todo no es que tu dinero se vaya esfumando sin que tú te des cuenta es que estás entrando en un juego muy peligroso para tu autoestima. El de sólo gustarte en el espejo cuando estrenas ropa. ¡Ojo a eso!

Y puede que hasta que me digas que exagero, que no es para tanto y que no es tu caso y créeme si te digo que deseo que sea así porque yo que sí pasé por eso te puedo asegurar de que cuando tomas conciencia de lo que te está pasando ya es demasiado tarde.

Así que te invito a que te pares tras leer estas líneas y veas si hay algo de esto que acabas de leer que puede darse en ti. Quizás no en la misma medida, no de una manera tan fuerte pero en algo te has sentido identificada. ¿Puede ser?

Si es así, no esperes más a tomar las riendas de tu imagen. Si tienes dudas sobre cómo hacerlo te invito a que nos sentemos a charlar tranquilamente, sin agobios, sin presiones y viendo en qué punto con tu imagen estás.

¿Te apuntas? Te espero al otro lado.

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