Te cuento una historia real.

Ay puede que el título te haya impactado o incluso te desagrade si te pasa como a mí, que cada vez que leo o digo esa palabra me imagino al bichito en sí. Me horroriza.

Sin embargo tiene su trasfondo y es justo lo que me encontré al abrir el armario de una de mis clientas, es más, es justo lo que ella me dijo y hoy quiero contarte mi experiencia y la de ella.

Tengo el armario de una cucaracha.

S. García

Sus palabras me impactaron, no te lo voy a negar, pero más me impactó ver su armario. Efectivamente tenía todas las prendas de color negro, recuerdo que un par de ellas se salvaban pero igualmente eran de tonalidades oscuras.

Si te lo estás preguntando tengo que decirte que no. No estaba pasando un duelo ni se trataba de una persona mayor. Era una chica más joven incluso que yo y con una gran vida laboral y social por delante.

Por su trabajo tenía muchísimas reuniones en las que tenía que, de alguna manera, dar una imagen seria y de responsabilidad ya que además su empresa está destinada justamente a todo lo contrario, a la diversión.

Ella se veía más formal, seria y responsable vistiendo ese color y aunque algo de razón no le faltaba no era lo más adecuado para ella por varios motivos.

  1. El primero fue que en la asesoría de colorimetria personal resultó ser de temperatura cálida. Es decir, el color negro no era el color que mejor le sentaba. Es más en ella, que no se solía maquillar o se maquillaba más bien poco, esta incoherencia era aún más latente y proyectaba una imagen que rayaba lo enfermizo. Con esa cara de trasnochada, ojerosa y de aspecto cansado que todos conocemos.

  2. El segundo motivo es que si bien es cierto el negro denota autoridad para quién lo lleva y hacia los demás, se percibe como un color que llevado en exceso provoca cierto rechazo, no invita a la cercanía por así decirlo, y puede provocar un abismo entre quien lo lleva y su interlocutor.

Así que te puedes imaginar el resultado. Su mensaje, el que ella quería hacer llegar sobre su persona y profesionalidad, no tenía nada que ver con la imagen que ella proyectaba. Y esto era y es un tremendo desastre que suerte o por desgracia, según se mire, lo veo muy a menudo cuando realizo las asesoría de imagen.

Clientas con un gran potencial y una imagen completamente descordinada con el mensaje que ellas quieren transmitir. Y me da igual que, como en este caso, estemos hablando de una empresaria. También aplica para todas las personas, tengan o no trabajo o sea éste de mayor o menor relevancia.

Todos tenemos un potencial y unos valores que tienen y deben ser transmitidos de la manera correcta.

No te voy a decir que tras el paso por mis manos haya conseguido más contratos de trabajo porque no tengo el dato y te estaría mintiendo pero sí que te puedo decir que por las palabras que ella me ha trasladado su imagen ha cambiado por completo, se siente más fuerte, alegre y eso se transmite. Así que deduzco que también su negocio ha mejorado, todo está unido.

Por que, ¿Quién no querría hacer negocios con una persona en la que sientes que puedes confiar y además irradia seguridad y fuerza? Créeme si te digo que muy pocas personas se resisten a una imagen que proyecta todo esto.

Esto es sólo la punta del iceberg. Las asesorías de imagen no sólo cambian la imagen de las personas sino que también cambian sus vidas ;)

Me gustaría saber si de alguna manera te has sentido identificada con esta historia o si quieres darme a conocer la tuya. Nunca dejáis de sorprenderme y por supuesto que yo, también aprendo con vuestras historias. Puedes hacérmela llegar a través de este formulario que ves justo aquí abajo, estaré encantada de leerla.

Gracias por estar al otro lado,

Un abrazo.






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